LOS CUATRO AMIGOS LEALES


Cuando  fui de expedición a un pequeño país en el Himalaya (la montañas más altas del mudo), llamado Butan, me contaron un relato interesante que los niños oyen de sus padres en cuanto tienen edat de comprenderlos. Es el cuento de los "Cuatro amigos leales" y habla de un faisán, un conejo, un mono y un elefante.
          
Un día, el faisán, que era un hermosísimo pájaro con largas plumas de colores, se encontro con una semilla y decidió plantarla.



Mientras escarbaba en la tierra para hacer un agujero se le acerco un conejo rosado de grandes orejas y le preguntó:
¿puedo hacer algo para ayudarte?.

Es una oferta excelente- le respondió el Faisán-. Cuando plante esta semilla, ¿serías tan amable de regarla?
Desde luego, le aseguro el conejo rosado de grandes orejas. Se tomo su tarea muy seriamente y con orgullo, y se aseguró de que la semilla tuviera siempre agua más que suficiente, especialmente durante el verano cuando tenía que acercarse a un río cercano para coger el preciado líquido.

Un mono muy peludo y negro, vio cómo el faisán y el conejo trabajaban y se esforzaban. Salto de la rama en la que se encontraba y les preguntó.
¿Qué estáis haciendo, amigos míos? ¿Puedo ayudaros?
Estamos plantando esta semilla- dijo el hermoso faisán, y regándola dijo el conejo de la grandes orejas con mucho orgullo.
Tal vez yo podría abonarla y arrancar las malas hierbas, aventuro el mono peludo.

Al rato pasó por allí un elefante gris de piel arrugada. Los miró y quiso participar.
¿puedo ayudaros yo también?-les pregunto-Si me quedo aquí vigilando , nadie de se atreverá a comerse lo que hayáis plantado.
Los cuatro cuidaron la semilla, estuvieron presentes cuando emergió de la tierra en forma de minúsculo retoño, cuando creció para convertirse en un arbolito joven y cuando maduró transformándose en un árbol robusto y alto. Al cabo de poco tiempo las ramas estaban atestadas de frutas.

De la misma manera que los cuatro amigos habían colaborado para plantar y cuidar la semilla, hicieron lo mismo para recoger los frutos.

Mira-le dijo el elefante al mono peludo súbete a mi espalda para que estés más cerca de las ramas.
Una vez hubo subido sobre el lomo del elefante el mono extendió una mano hacia el conejo de largas orejas.

Salta sobre mis hombros, así nos acercaremos más, le dijo.
El último en subir fue el faisán, que se subió a lomos del conejo. Al formar esta escalera pudieron llegar hasta las ramas del árbol y arrancar la fruta suficiente como para alimentarlos a todos.

manejar las relaciones
Burns

Comentaris