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Como no solemos enfrentarnos a la raíces de la tristeza, tampoco solemos ser capaces de ayudar a aquellos que transitan por sus caminos. Nos cuesta, aun cuando quien lo necesite tenga tristeza y dolor brotando por todas partes, bajar la guardia y deponer la vergüenza o el pudor para acompañar al que sufre. Sin embargo la sociedad y las relaciones afectivas pueden provocar cambios en las personas tan decisivos como la genética. Aliviar disolver la tristeza en los demás no significa juzgar, sino ayudar a que las emociones atrapadas puedan fluir: dejar al otro LLORAR, HABLAR Y SENTIR. Ése es un paso funtamental para SANAR
Punset E.
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